Antes,
en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
*Romanos 8:37*
Hace
mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino.
Luego
se escondió y observó para ver si alguien la quitaba.
Algunos
de los comerciantes más adinerados del reino y cortesanos pasaron por el
camino, y simplemente giraron y pasaron al lado de la roca.
Otros
culparon al rey ruidosamente de no mantener los caminos despejados, pero
ninguno hizo algo para sacar la piedra del camino.
Luego
pasó un campesino con una carga de verduras.
Al
aproximarse a la roca, el campesino puso su carga en el piso y trató de mover la
roca a un lado del camino.
Después
de empujar y fatigarse mucho, lo logró.
Mientras
recogía su carga de vegetales, vio una bolsa en el suelo, justo donde había
estado la roca.
Abrió
la bolsa y dentro de ella encontró una cartera que contenía muchas monedas de
oro y una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que
removiera la piedra del camino.
El
campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron:
Cada
obstáculo presenta una oportunidad para mejorar y para ser bendecido, si se actúa
en vez de quejarse.
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