Y
estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios;
hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa
mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. Marcos
16:17-18
"Yo
no dije que todos la reciben", respondió. Luego me habló con firmeza,
diciendo: "Yo cumplo mi parte, y he dicho que se recuperarán".
Esas
palabras me golpearon como una tonelada de ladrillos. Dios dijo que ellos se
recuperarán. Él nunca miente. Si Él dijo que se recuperarán, entonces eso
significa que la sanidad siempre viene. No es Dios quien la retiene, sino los
que no la reciben.
Desde
entonces, no he tenido ningún problema al imponer las manos sobre las personas
y creer que van a ser sanadas. Ya sea que ellas se vayan sanas o no, yo solo
permanezco en la fe por ellas. De hecho, sé que si esa persona, que se va
enferma, llega a poner en línea su fe con Dios y conmigo (no importa que sea
dentro de cinco años) se sanará.
Si
ha impuesto las manos sobre alguien que no recibió la sanidad, no retire su fe
para que no se corte el poder de Dios. Permanezca firme. Siga creyendo que
"la sanidad siempre viene", y quizá más adelante esa persona enferma
decida estar firme y ponerse de acuerdo con usted.
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