El ministerio de Juan el Bautista era un ministerio que preparaba los
corazones de la gente para la venida inmediata del Señor. Muchos estaban
condenados y atraídos a la verdad de lo que Juan predicó. Ellos viajaban al río
Jordán, para confesar sus pecados y ser bautizados como un signo de
arrepentimiento. Pero el mensaje de Juan también exigió que el arrepentimiento
fuera seguido por un cambio de vida. Una cosa es ir a Dios y pedir perdón. Una
cosa completamente distinta es aprender a ser librado de los problemas por los
que estamos pidiendo perdón. ¡El arrepentimiento no es la liberación! Sólo la
Gracia de Dios nos puede librar de los problemas de pecado a los que nos
enfrentamos. Sólo la fe en la Cruz puede proporcionar la Gracia que necesitamos
para ser cambiados. Así que si de verdad queremos traer frutos dignos de
arrepentimiento, es decir, vivir un estilo de vida que corresponda con nuestro
odio por el pecado, entonces debemos aprender a recibir la Gracia de superar el
pecado del que nos arrepentimos. ¡No se
limite a dar el primer paso, que es el arrepentimiento! Pase a la liberación y
la compensación de sí mismo de todas las cosas malas por la fe en Cristo y éste
crucificado.
Mateo 3: 8 Haced, pues, frutos
dignos de arrepentimiento.
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