Cuando
Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los
edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os
digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. Y estando
él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte,
diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y
del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.
Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos
engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis,
porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se
levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y
hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de
dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis
aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán
entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos
falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado
la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin,
éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo,
para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. Por tanto,
cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el
profeta Daniel (el que lee, entienda),
Mateo
24:1-15
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